3.1.03

Quizás pasó el tiempo demasiado rápido. O tal vez, demasiado lentamente. El caso es que sutilmente se acumularon un día recuerdos y sensaciones y volvió la necesidad de sacar todo a la luz de las estrellas, a las hojas oscuras de la noche. Tratar de encontrar cada minuto olvidado cuando sólo se podían buscar los minutos perdidos. Lo injusto y lo ridículo, las esperanzas y lo que se había planeado para el mañana y se había olvidado esa misma noche... todo volvía como en esas películas en que nos confunden hilando escenas con 20 años de diferencia en el mismo segundo de ficción. La necesidad de buscar títulos absurdos, de muchas palabras, para explicar historias donde no puedes enlazar más de tres palabras.
La necesidad física, como el sueño de las 5 de la mañana el día que no queda más remedio que levantarse. O como la sed agradable cuando empieza a convertirse en sed agotadora. Y como esa sed de la que hablamos cuando no se pasa tras el tercer vaso de agua.
Pero las sensaciones, el abismo, los deseos... volverían y volverían a irse. Y como después de un sueño o de una pesadilla poco profunda, se volverá a intentar recordar imagen por imagen ese deseo que nos ha despertado. Tal vez esa música, pero, una vez más, sólo quedará esa sensación sutil de vacío, que durará unos segundos y dejará espacio a las preocupaciones más tangibles, volviendo a sorprendernos cualquier noche cuando nos encontremos en la oscuridad esperando el sueño, o con un bolígrafo frente a la eterna hoja inmaculada.

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