5.2.03

Los recuerdos se almacenan en pequeños compartimentos intercomunicados que se alojan, tal vez, en nuestra cabeza, o quizás en nuestro corazón.

Uno de mis primeros recuerdos de cuando era pequeña es estar en mi casa, la que fue mi primera casa, la casa de mis abuelos, en Barcelona. Es estar en esa casa viendo llover. La distancia ahora me parece ridícula, pero, cuando era pequeña, todo lo que veía a través de esa puerta de hierro negro forjado me parecía enorme. Y es esa perspectiva lo que mejor recuerdo, la carretera, enorme y negra, de la que me separaban, además de la sólida puerta, una acera que recuerdo amplia, gris y mojada. Las gotas de lluvia caían al duro suelo, dibujando cada una al caer una bonita salpicadura que no llegaba a apreciarse dada la cantidad de agua que ya mojaba el suelo. Recuerdo estar horas mirando el espectáculo, aunque la magnificación de los recuerdos unida a mi pequeñez tal vez haga que recuerde como horas largas y felices lo que solo fueron unos minutos de una niña entretenida.

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