8.3.03

La lluvia cae persistentemente tras los cristales. Fuera hace frío. La tristeza hace que caigan lágrimas de sus ojos. Nada parece salir bien y no hay nada especial que vaya mal del todo. Sin embargo, esa tristeza infinita la rodea con sus brazos. Incluso ha nacido una noche muy triste. La luna esta un poco más oculta que anteriores noches y nubes, tan oscuras como la misma noche, intentan ocultarla. Sobre los cristales empañados, por el lado contrario de la lluvia, con sus dedos, escribe un nombre. Apaga las velas que iluminaban su alrededor. Cierra los ojos y se dispone a dormir. Tal vez mañana la tristeza haya desaparecido, probablemente cuando despierte habrá parado de llover y seguro que del nombre del cristal no quedara nada.

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