24.6.03

Salgo de la ducha. He pasado un buen rato bajo el agua, dejándola recorrer mi cabello y mi piel. Suave. Como aquella otra noche.
He dejado mi pelo suelto y mojado. Y he cogido el coche. La misma dirección. Hacia la ciudad.
He disfrutado del trayecto. El mismo que hago al menos dos veces al día. Los tejados se teñían de la luz de los fuegos artificiales. Verdes, naranjas, azules…
Noche de verbenas, noche mágica, la noche más corta del año. Como aquella otra noche.
El olor de los petardos y el calor me han hecho pensar en aquel San Juan, de hace años ya. Donde soñé que era posible todo lo que luego sucedió. En que aprendí que los sueños no son mejores por que se cumplan. Que, a veces, es mejor que sigan siendo solo sueños. Porque siempre acabas despertando.
El mismo recorrido. Las mismas calles. Tal vez los mismos olores. Para acabar cayendo en otros brazos que, cuando pase el tiempo, me traerán los mismos recuerdos.

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