Había gente que tenía una estrella en la frente. Esa gente no era mejor ni peor, sólo que tenían una estrella en la frente. Curiosamente, se repetían en estas personas unas características comunes que las hacían reconocerse sin haberse conocido.
Eran personas que tendían hacia los sueños de igual manera que los ríos van hacia el mar y el otoño hacia el invierno... de forma natural. Eran gentes cuyos ojos veían las imágenes de sus propias fantasías mejor incluso que cualquier otra cosa. Eran personas que brillaban entre las multitudes y que podían pasar desapercibidas de igual manera.
Yo conocí a algunas de ellas. (Si te estás imaginando a gente con una estrella en la frente debes saber que esa estrella era totalmente invisible, solo en noches muy oscuras, preferiblemente frías y serenas, cerca del agua o en el campo, lejos de la cuidad siempre rápida e iluminada, sólo en muy contadas ocasiones, esa estrella puede verse).
Yo conocí a algunas de aquellas personas, aunque claro, no supe lo de la estrella hasta tiempo después. Yo sentía un magnetismo, una atracción ilógica... veía un brillo en sus ojos que nadie más parecía observar. Junto a cualquiera de ellos, yo me sentía especialmente bien.
Una noche al pasar por delante de mi espejo vi que yo tenía una estrella que brillaba como todo un universo de soles y me sentí bien.
Hoy ha pasado mucho tiempo, aún les recuerdo y aún hoy encuentro sonrisas perdidas que van hacia mí y recuerdos que no son sólo míos y son hermosos. En estas ocasiones me toco la frente y noto como brilla mi estrella en mi interior.
(Ike, así no tienes que leerlo todo todo...)
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