14.1.13

Hibernar

Hacía un frío del que congela los pies y no permite jamás que vuelvan a calentarse, hasta el día siguiente; como si la llegada de un nuevo amanecer fuese la única salvación posible, para unos pies fríos o para una nueva vida...
El invierno había aparecido por sorpresa, no porque llegara pronto, sino porque parecía no llegar nunca y había sido fácil acostumbrarse a un sol de regalo cuando no tocaba.
Y, de pronto, el hielo cubría los cristales por fuera y el vaho de la respiración los cubría por dentro. Cristales doblemente opacos.
Los sueños también se habían vuelto un poco así, de un tiempo a esta parte... densos e intocables, sin brillo, lejanos.
Quizá solo era el frío, que los disfrazaba de una capa de hielo o quizá era el paso del tiempo, que los había cubierto de una espesa película de indiferencia.
Tal vez  mañana.


1 comentario:

GAN dijo...

¿Puede ser mejor lo que ya era excelente?