Algunas veces me pregunto cuantas veces puedes repetir una escena en tu cabeza antes de que esta empiece a transformarse. Tras cuantas repeticiones es cuando empezamos a encontrarnos más cerca de la ficción que de la realidad. En qué momento inventamos aquel gesto, o introducimos aquella frase que habría sido perfecta, pero que nunca llegó a suceder. Y cuando se empiezan a diluir los detalles reales. Los olores. El tacto. La imagen perfecta del sonido de una risa.
Pronto inventaré también ésta respuesta...
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