5.2.13

Luces, aviones y la sombra de Peter

Un día os contaré sobre las luces que se ven desde mi ventana. Es la ventana que usé desde los 7 u 8 años hasta los veintilargos en que me fui de casa... Ahora, cosas de la vida, vuelve a ser mi ventana. A la que me asomaba esperando que empezara a llover las noches de verano, cuando olían muy fuerte los jazmines y la dama de noche; la que dejaba abierta, esperando secretamente cada noche que la sombra perdida de algún niño, de los que nunca crecen, entrara huyendo o buscando aventuras.
Antes, antiguamente, que diría si os estuviera contando un historia, eran pocas las luces que se veían desde la ventana. En frente estan las montañas. Son montañas pequeñas, de pinos y matorrales. Poco  a poco es como si también hubieran sembrado casitas. Al principio habian 2 ó 3... ahora hay más de 30 ó 40... muchas nunca han llegado a tener luces propias, nunca ha vivido nadie...
Hoy se está quemando una parte de las montañas, no se ven las llamas, desde aqui, pero si una de las laderas llena de luces azules que parpadean como las lucecitas de navidad. Policias y bomberos, apagando el fuego... y aún no es verano... Cada verano se quema algún trocito de las montañas, trozos pequeños que apagan rápido y que nos permiten ver a los aviones descargando montones de agua, como si regaran los pinos, a lo grande.
Si desde la ventana sacamos un poquito la cabeza y miramos a la derecha... se pueden ver los aviones que esperan para ir a aterrizar al aeropuerto. Se colocan en fila y esperan... por la noche parecen una girnalda de brillitos, como bombillas unidas por un solo cable, tan ordenados, tan pacientes...
Siempre creo que estas en uno de esos aviones, esperando a tomar  tierra para volver a casa. Quizá para vernos, esta vez. De modo premeditado o casual, como ya ocurrió una noche, aquel verano oscuro...

Es casi como cuando esperaba la sombra de Peter.

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