17.12.02

Tal vez, si yo fuera Ulises deberían atar a las sirenas, o tal vez éstas no cantaran en mi presencia, o tal vez cantáramos todos juntos a la luna, al sol y a las estrellas, a la belleza del mundo y a la soledad del mundo. Tal vez me quedaría a vivir en su isla secreta, ayudándolas a interpretar el mundo, ese mundo que ni siquiera conozco, y al cual solo podría darle un sentido ficticio y figurado, totalmente inventado, como si contara una historia propia. Y tal vez, las sirenas cantarían luego mis canciones, haciendo enloquecer a los marineros, haciéndoles creer que su mundo es tal y como yo lo he imaginado y ellas lo han cantado. Tal vez las sirenas me entregarían sus tesoros de los mares profundos, aunque de nada me servirían allí, lejos de las leyes de los hombres. Tal vez las sirenas me idolatrasen como una diosa e incluso me perdonasen que no nadara con ellas largas horas bajo la luna en las gélidas aguas de la noche.

Tal vez lleve ya demasiado tiempo oyendo desde lejos esas extrañas voces, tal vez sea hora de salir a cubierta y preguntar el motivo de este cambio de rumbo y de éste repentino silencio entre la tripulación.

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