6.5.03

Te miro como si quisiera aprenderte de memoria, como si mirándote y recordando justo este momento pudiera comprar la llave de la memoria y llevarte conmigo. Llevarte allí donde vaya, aunque sean días o aunque sean años. Te miro así porque estas tan dentro de mi misma que solo mirándote me doy cuenta de que eres real y no sólo mi fantasía, mi sueño o mis deseos.
Luego alargo mi mano, te toco, suave. Tu te apartas un poco, siempre lo haces, como si quemara o como si tuvieras miedo, o como si una pequeña corriente eléctrica pusiera en funcionamiento la posibilidad de huir, esa posibilidad que sabes que no existe. Alargo mi mano y te rozo apenas, no necesito nada más. Acaricio despacio ese lugar, que sabes que me gusta, justo debajo de tus orejas, suave… y me quedo en tus ojos.
Me dejas apoyar la cabeza en tu hombro y me pasas una mano por la espalda, como protegiéndome (puedes protegerme de ti??).
Entonces te respiro, tu olor, olor a ti. E intento también aprendérmelo de memoria, para tenerlo conmigo los días que estés lejos. Y escucho como respiras y como late tu corazón. Y escucho como me hablas, como despertándome. Y me aparto. Y vuelvo a mirarte. Te he aprendido una vez más. De nuevo te sé de memoria. Eres.

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