20.8.03

Calma

Los días transcurrían tan lentos como el amarillear de las hojas. Hojas que morían de calor, perdiendo poco a poco el verde brillante que las había vestido hasta unos días antes. Acababan cayendo en la acera. Esperando las patadas de los niños que jugaban a desordenarlas.
El sol amenazaba con secar las orillas del mar, evaporando la línea sutil que dejaban las olas al retirarse.

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