Los sueños de los niños eran robados de forma cruel. Nadie podía salir de la isla. Los más pequeños lloraban asustados y los mayores habían olvidado lo que era sentir sus propias lágrimas. En una barca, lejos, sobre el agua negra, alguien que andaba casi tan perdido como los sueños de los niños... gritaba... Miga, Miga...
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