Otra vez se ha hecho tardísimo. El tictac del reloj no deja de escucharse un solo instante. Monótono, rítmico, inalterable.
Voy a escribir un cuento y voy a leértelo en voz baja.
La última vez dio resultado. Tus ojos brillaban, tu sonrisa era perfecta y el reloj, absorto en aquella historia, dejó de hacer tictac durante unos minutos que parecieron horas.
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