Allí atrás, cerquita, está ella. Ella que me mira con esos ojos tan oscuros.
Ella que ha aprendido a pedirme las cosas justo como a mí me gusta que me las pidan. Ella, con su piel suave y morena, tan suave y tan morena...
Justo en el otro lado esta él. Él al que necesito. Él al que he aprendido a robarle los abrazos. Él al que suplico que se quede a mi lado, solo cinco minutos, por favor.
Ella miente. Él miente. Y yo no hago otra cosa que escuchar sus mentiras.
Ella sueña entre mis brazos, mientras yo le cuento cuentos entre sus sábanas. Ella me hace reír y me deja sin respiración.
Él me da las buenas noches en la distancia utilizando un idioma que no es el mio. Él me hace llorar, sin querer.
Y yo río y lloro. Sueño despierta y mientras duermo. Y tengo miedo. Y estoy asustada. Y no se lo que quiero. Y le echo de menos, aunque le vea cada día. Y la espero en casa, que me llame o que me necesite.
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