29.11.03
Que bonito, niña...
He viajado la mayor parte del camino detrás de un camión que iba cargado de dientes de león. Al principio volaba alguno sobre mí, como si se despegara y viniera volando a rozarme. No he querido apartarme de detrás de ese camión, era agradable. Poco a poco ha ido aumentando la cantidad de dientes de león que volaban sobre mí. He abierto las ventanas de mi coche y los he dejado entrar a mi alrededor. Parecía que nevaba, cada vez había más, fuera y dentro del coche. Era como abandonar la carretera y entrar, un poco, en un sueño. Como vivir dentro de una nube de algodón de azúcar. Luego he visto los carteles de la carretera, solo para constatar que me seguía alejando.
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