5.12.03

Tacones muy altos y escotes muy grandes

Ella sigue apareciendo de vez en cuando por mi cabeza, se pasea, andando despacio, con sus tacones que le impiden caminar con la naturalidad con la que ha aprendido a sonreír.
Ella ronda a veces por mis pensamientos, como si estuviese en su casa, tocando aquí y allá, moviendo algunas cosas, cambiando otras de sitio. Se introduce en mi vida, como siempre hizo, haciendo que se tambaleen mis propias convicciones, mis propias creencias, intentando aniquilar a un dios que no tengo y a unos principios que aún no están consolidados.
A veces, me escondo dentro de mi misma, me tapo con la sábana de la indiferencia, me sonrojo por dentro y empiezo a revivir cada momento que tengo de ella.
Viene y se va como lo hacían entonces, cuando yo era inocente y creí en ella como en mi misma. Viene sin avisar, precedida de unas palabras, de un olor, de un nombre que ya no le pertenece. Y se va, como siempre, cuando empiezo a acostumbrarme de nuevo a su presencia, cuando empiezo a olvidar que todo es producto de mi imaginación, se va.

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