Hay un cristal roto, en la habitación que siempre está cerrada. Hay una corriente de aire, que mueve todos aquellos papeles que están por el suelo. Todas las poesías que nunca acabaste, y las fotos que han perdido el color. (Parecemos todos mucho más viejos, en esas fotos. Y estamos tristes, aunque no sabíamos nada de lo que aún tenía que pasar.) A veces se oye cómo el viento juega con todos los objetos que quedaron esparcidos por el cuarto. Otras veces, sólo se oye el silencio. Un silencio que pesa. Alguien debería encargarse de hacer arreglar ese cristal que sigue roto.
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