16.1.06

Honeysuckle

Las flores del tiempo descansaban en el jarrón de cristal, en la esquina izquierda de la sala.
Las cortinas se hinchaban y deshinchaban siguiendo el ritmo de una música inexistente.
Un olor dulce, meloso, se desprendía, derramándose lentamente, impregnando los alrededores.
Había un espejo sucio en una de las paredes. Un espejo vacío. No reflejaba la luz, que quedaba aprisionada en un rectángulo en el suelo, delante de la ventana abierta; apareciendo y desapareciendo al mismo ritmo que la cortina bailarina...
Un espejo que ni siquiera se atrevía a reflejar el vacío que dejaba tu ausencia.

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