23.1.06

Desperezándote

El día empieza a tener ruido cuando ya llevas horas despierta. Al principio sales a la calle y el sueño lo invade todo. Incluso las paradas de autobús y algunas esquinas siguen dormidas, después de la larga noche.
Pero tú caminas, sólo porque ya te sabes el camino de memoria y no necesitas ningún esfuerzo, también porque el camino es cuesta abajo.
Y el cielo está de ese color entre negro claro y azul oscuro, es bonito. Algunas mañanas se adivinan unas nubes suaves y perezosas que se desplazan lentamente, intentando tapar las últimas estrellas que se resisten a pasar desapercibidas.
Luego está el olor a amanecer. Que es un olor dulce y fresquito; parecido a un polo de fresa, ahora que aún es invierno. Es agradable.
Y la gente, que camina por las calles, va abriendo los ojos y desperezándose en secreto, aprovechando un semáforo o un autobús que se para en medio y les tapa del resto del mundo.
Luego se ponen en marcha los relojes. Muy deprisa, porque se les han pegado las sábanas y ahora no queda otro remedio que correr durante el resto del día...
Tú ya llevas horas despierta y parece que el resto del mundo empieza a ponerse en marcha.

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