25.1.06

Tic-tac

Todos los textos que se ponía a escribir comenzaban siempre por tic-tac. En cambio, odiaba los relojes y sabía que el tiempo no existe. Luego dibujaba con palabras historias de colores pastel y de olor a algodón de la feria. Antes de acabar borraba siempre la primera frase que había escrito. Las palabras tenían vida propia y siempre caminaban en dirección contraria a la que ella pretendía.
Le gustaba también hacer listas de palabras. De palabras cortitas y adverbios terminados en mente. Luego miraba su lista y se inventaba cuentitos. Cuentitos que nunca escribía, más que en su cabeza, porque, como todos ya sabemos, la historia habría ido en dirección contraria a la pretendida.

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