8.2.06

Tus dedos sean de laurel...

Abrió el segundo cajón de la izquierda, y sacó los melocotones que tenia guardados desde hacia días. Por supuesto, ni el olor ni el tacto eran los mismos.
Maldición!!
Justo como aquel día en que empezó a oír las primeras notas de su canción preferida en la radio y la apagó corriendo para poder escuchar la cancioncilla justamente cuando se metiera en la cama y luego, cuando la volvió a encender... la canción había desaparecido. Y eso que la había dejado allí mismo y había cuidado que nadie tocara el receptor.
Definitivamente lo suyo era mala suerte.
Como cuando convenció a su madre para que la llevara al médico, porque quería secretamente llevar gafas, y la lista de la oculista le dijo que lo único que le pasaba era que estaba enamorada... cómo si fuera poco!!

Desde aquellos días es alérgica a los melocotones, llora con las canciones que le traen recuerdos y el amor le duele y le hace ver las cosas totalmente desenfocadas.

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