22.12.02

Es un olor, el olor de un recuerdo, de una sensación que inunda los sentidos, que me hace segregar añoranza, tristeza, dolor por el tiempo pasado. Es el sol que vuelve a quemar mi piel, después del frío, poco riguroso, de este invierno.

Es el sonido de los propios pensamientos unido al de los pájaros que canturrean dentro y fuera de mi cabeza.

Es el deseo de andar hacia atrás para tener más camino que andar hacia delante.

Son los minutos perdidos en intentar olvidar sentimientos y perdidos al recordar con más fuerza lo que creíamos haber estado olvidando.

Son los besos que hemos dado y todos y cada uno de los que hemos recibido. Aquellos que nos hicieron enternecer y aquellos que hemos olvidado, también, por supuesto, aquellos que no podemos olvidar.

Son las personas que no están ya con nosotros, las que hemos perdido a través del tiempo y la distancia y las que hemos perdido para siempre. También son las personas que están junto a nosotros, las que están siempre y las que sólo están a veces, incluso las que no están pero llevamos dentro.

Son las sombras, simplemente las sombras; con su gris humo o su gris seco, son las sombras de lo bello, que solo nos autorizan a siluetas y las sombras del dolor que parecen entretenerse en remarcar los detalles.

Es el tiempo, que no existe. Que como cruel invención es la más conseguida por que logra esclavizar a sus creadores. Y me deja, el tiempo, mirando los relojes, oyendo los relojes, recordando las horas, los días, los segundos. Es el tiempo que sólo por ser él mismo me hace dedicarme a él, incluso mucho más tiempo del necesario.

Es la vida, es el futuro, lo que aún no ha pasado, lo que tal vez no va ha pasar nunca y lo que, necesariamente, pasará.

Es mirar hacia delante. Oler el olor plenamente consciente en cada poro de la piel, olerlo. Mirar el sol de cara, quemándonos los ojos y la risa. Es andar, incluso a veces, de espalda, y no sólo despacio sino, a veces, corriendo. Es no limitarse a oír los propios pensamientos sino también gritarlos, tal y cómo se nos ocurren, sin ser censurados por nuestro entendimiento. Es no perder más minutos buscando minutos perdidos. Es besar cada vez que dudemos entre besar y dejar que nos besen. Es tener a las personas y mostrarnos así como somos (sin tiempo, sin sombras, sin miedos, sin mesura).

Es escribir, leer, levantarse temprano, si a una le apetece, besar a quien se ama y aprovechar cada segundo (de esos que no existen) para la felicidad y los momentos felices.

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