6.12.02

Mi querido escritor. Añorado. Pero no olvidado, nunca. Te extraño en mis noches, y pienso en ti.
Recuerdo la emoción de encontrarte y las ganas de hablarte
.
Por tu culpa escribí. Escribía pero sabes que lo tenia algo olvidado, como apartado. Ahora, por tu culpa, he vuelto al vicio y a la depravación que significa la violación de la hoja en blanco.

Algún día envíe algún mensaje a un numero de teléfono que quizás nunca existió, pero jamas te escribí, porque no tenia la convicción de que llegaras a leerme. Hoy lo hago, no se porque, quizás porque quiero que conozcas un poco a mi otro yo...

"Escapé. Tuve que hacerlo. Demasiados pensamientos en mi cabeza. Demasiadas dudas. Demasiados besos a demasiadas personas.
Fui Wendy. Tú no sabes la historia de Wendy. Yo también soy Wendy. La Wendy de Nunca Jamás. La que cuida a los niños perdidos. Aquella que cose sus sombras cuando estas escapan de sus cuerpos, jugando con ellos. La Wendy que guarda botones como si fueran besos. Esos besos de niños perdidos, que solo juegan a dar besos-botones sin jamas pensar que Wendy los guarda, todos y cada uno de ellos.
Un día Wendy despertó llorando, aferrada a uno de esos botones y llorando. Salió a la calle e inmediatamente se dio cuenta de la gran desgracia. Wendy había perdido su sombra. No podía volver a despedirse de los niños. No podría coserles sus sombras si había perdido la suya propia. Y Wendy escapó. Tuvo que hacerlo.
Wendy recorrió caminos atravesó ríos, atravesó montañas y desiertos. Atravesó ríos como nunca había visto, ríos caudalosos de aguas tranquilas y ríos pobres con aguas turbulentas. En las montañas no le fue mejor. Hacía frío en las altas cumbres y pasó calores terribles cuando andaba cerca del sol. En el desierto el peor enemigo fueron los recuerdos, la falta de lluvia y los olores secos. Andó por la noche y también por el día, la arena se le metía en los ojos. Wendy caminó y caminó, un ratito huyendo, un ratito buscando. No encontró su sombra, pero tampoco dejó olvidado su botón. Un día, sin más, se sintió saturada de belleza y volvió a casa.
Wendy no tenia sombra. Wendy quizás no podría seguir cuidando a todos los niños perdidos. Pero Wendy no quería dejar pasar de largo, de nuevo, a aquel pequeño PeterPan. Volvió a casa y dejó su botón en la mano de su niño perdido. A veces no hay que huir, solo buscar dentro"

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