3.4.03

Antes veía la montaña desde mi ventana. Ahora veo edificios. Muchos edificios y al fondo la montaña, lo que queda de ella, claro. Era bonito quedarse mirando los pinos, observando como se movían, despacito, con el viento. Había tres árboles muy grandes que quedaban justo a la izquierda, sus tonos de verde eran maravillosos. Y era bonito mirarlos incluso al anochecer, cuando no se distinguían más que sus siluetas, imponentes. Luego llegaron los edificios. Crecieron como hierbajos, rápido. Pronto las siluetas de aquellos árboles se convirtieron en ventanitas iluminadas. Ahora miro como se mueven las personas en ver de ver como se mueven las hojas.

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