Fuiste un niño perdido entre mis brazos. Tus preguntas eran tan torpes como absurda la ausencia de los besos. Me dejaste tocarte un poquito el corazón, pero a la vez, me tirabas del pelo. Y me tapaste los ojos con tu mano, no me dejabas verte. ¿Acaso olvidaste que podía oír perfectamente tus gemidos?
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