Te levantas de la cama y bailas alrededor de ella. Esquivando la luz de las velitas y coqueteando con tu propia sombra. Dejas que el suave airecillo que entra por la rendija de la puerta juguetee con tus cabellos, con tus rizos que empiezan a parecer tirabuzones. Me miras desde el pasillo y yo finjo que duermo, te acercas y te abrazo regalándote un beso. Nos reímos tanto tanto que parece que hoy aún sea ayer o que mañana esté a punto de volver a ser hoy.
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