21.4.06

Ya pueden agitarse las ramas del árbol donde vivo y susurrar...todo es nada...

Las palabras cogieron vacaciones y el folio en blanco se estiraba feliz, contento de ser protagonista. Algunas palabrillas se asomaban al borde del folio pero no se atrevían a quedarse allí solitas (como los niños solitarios que no se atreven a meterse en la piscina, a principios de verano, cuando aún no tienen amigos con los que pegar gritos dentro del agua). El folio virginal, inmaculado, puro, intacto, impoluto... protagonista accidental de las vacaciones de las palabras, temía a que éstas volvieran de su descanso, cargadas de matices nuevos, de nuevos sonidos, de experiencias nuevas. Las palabras, mientras tanto, descansaban.

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